La guerra de Estados Unidos en Afganistán comenzó en octubre de 2001 como parte de la denominada «Guerra contra el terrorismo». Fue una respuesta a los ataques terroristas perpetrados por al Qaeda el 11 de septiembre de ese año. El objetivo principal era capturar a Osama bin Laden, líder de al Qaeda, quien se creía que se encontraba escondido en Afganistán bajo la protección del Talibán, que gobernaba el país en ese momento.
A lo largo de los 20 años de guerra, Estados Unidos ha invertido una gran cantidad de recursos en la intervención en Afganistán. Además de contribuir con la mayor parte de las tropas de la OTAN en el país, el gobierno estadounidense ha gastado casi un billón de dólares en la guerra. Sin embargo, la intervención ha sido criticada por varios fallos, como la ignorancia sobre la historia y la cultura de Afganistán, la estrategia militar que resultó en la muerte de miles de civiles y la externalización de la «construcción de la nación» a contratistas militares, que en su mayoría han mostrado fracasos como éxitos para seguir recibiendo financiamiento.
La guerra en Afganistán ha dejado un alto costo humano y económico. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), actualmente hay más de 2.6 millones de refugiados afganos registrados oficialmente, y el número de desplazados internos por el conflicto asciende a 3.5 millones. Además, el país todavía enfrenta conflictos armados, pobreza crónica y seguridad alimentaria, y la presencia de grupos terroristas como Al Qaeda y el Estado Islámico sigue siendo una amenaza para la estabilidad del país.
A pesar de los esfuerzos realizados, Afganistán todavía no ha logrado la paz. Con la inminente retirada de las fuerzas occidentales, se teme que la situación empeore y que los grupos terroristas se fortalezcan aún más. En 2020, el país registró la mayor cantidad de afganos muertos por dispositivos explosivos en comparación con cualquier otra parte del mundo. La guerra de Estados Unidos en Afganistán ha tenido un impacto profundo en la región y en la política internacional, y sus efectos aún se sienten hoy en día.
Cronología de la guerra en Afganistán
La guerra en Afganistán dio inicio en octubre de 2001 con la Operación Libertad Duradera liderada por la OTAN y encabezada por Estados Unidos como respuesta a los atentados terroristas del 11 de septiembre de ese mismo año. El objetivo principal de esta operación era capturar a Osama bin Laden, líder de al Qaeda, quien se creía que se encontraba en Afganistán bajo la protección del Talibán.
Durante los años siguientes, las fuerzas de la OTAN y Estados Unidos se enfrentaron a los talibanes, quienes se habían refugiado en áreas rurales mientras se formaban y armaban al nuevo ejército afgano. En 2014, la Operación Libertad Duradera fue reemplazada por la Operación Centinela de la Libertad, de menor envergadura.
Alemania y el Reino Unido fueron los principales países aliados de Estados Unidos en la coalición de la OTAN durante los 20 años de guerra en Afganistán. La guerra tuvo un alto costo económico, con los Departamentos de Estado y Defensa de Estados Unidos gastando oficialmente 978 mil millones de dólares entre 2001 y 2021.
La presión por poner fin a la guerra creció y en 2020, el presidente Donald Trump inició un diálogo con los talibanes en Doha, Qatar. Se comprometió a retirar las últimas tropas estadounidenses a más tardar el 1 de mayo de 2021, a cambio de garantías de que Afganistán no sería utilizado como base de grupos terroristas y de que las tropas estadounidenses no serían atacadas durante la retirada.
El colapso del gobierno afgano y el avance talibán
A pesar de que el nuevo gobierno afgano y su ejército habían sido entrenados y equipados por la OTAN, no lograron mantenerse por sí solos y colapsaron rápidamente frente al avance de los talibanes. El colapso ocurrió en medio del retiro de las tropas estadounidenses, lo que resultó en la caída de Kabul en manos de los talibanes. Expertos en seguridad nacional como Tim Weiner consideran que las decisiones tomadas por presidentes y altos mandos militares durante los 20 años de guerra contribuyeron a este desenlace.
Razones por las que Estados Unidos perdió la guerra en Afganistán
Estados Unidos perdió la guerra en Afganistán debido a varios factores clave. En primer lugar, los oficiales militares y de inteligencia estadounidenses mostraron una ignorancia deliberada sobre la historia y la cultura de Afganistán. No entendieron que ningún ejército de ocupación ha logrado dominar el país, lo que limitó su capacidad para desarrollar una estrategia efectiva.
Además, la estrategia de contrainsurgencia liderada por el general David Petraeus y otros líderes militares fue otro factor importante. Esta estrategia resultó en la muerte de miles de civiles afganos y no logró ganar los corazones y las mentes de la población. En lugar de garantizar la seguridad y el apoyo de la gente, esta estrategia solo causó más sufrimiento y enojo.
Otro factor que contribuyó a la derrota de Estados Unidos fue la externalización de la «construcción de la nación» a contratistas militares. En lugar de realizar esta tarea crucial con personal propio, se contrató a empresas privadas para llevar a cabo estas labores. Sin embargo, estos contratistas a menudo presentaron sus fracasos como éxitos con el fin de seguir recibiendo financiamiento, lo que tuvo un impacto negativo en la situación del país.
¿Quién ganó la guerra de Afganistán y Estados Unidos?
La guerra de Afganistán, que duró más de 20 años, fue un conflicto liderado principalmente por Estados Unidos en conjunto con otros países de la coalición de la OTAN como Alemania y el Reino Unido. Sin embargo, no hay un ganador claro en este conflicto.
A pesar de que la presencia de la coalición occidental logró prevenir ataques terroristas internacionales planeados desde territorio afgano, la ausencia de una estrategia clara y la falta de conocimiento sobre la historia y cultura del país generaron graves fallos en la intervención estadounidense. Entre estos fallos se encuentran la estrategia de contrainsurgencia que causó la muerte de civiles afganos y la externalización de la «construcción de la nación» a contratistas militares.
Por otro lado, la salida repentina de las tropas estadounidenses en agosto de 2021 ha dejado un futuro incierto en cuanto a la seguridad en el país y el fortalecimiento del gobierno afgano. A pesar de los esfuerzos de la coalición occidental, la estabilidad y la construcción de un gobierno democrático en Afganistán sigue siendo un desafío en el que se han invertido miles de millones de dólares y vidas.
Apoyo afgano y oposición a la guerra de Estados Unidos
En los últimos 20 años, Estados Unidos y sus aliados han estado envueltos en la guerra en Afganistán. Sin embargo, ha habido oposición a esta guerra y apoyo al pueblo afgano. Expertos han criticado la intervención de Estados Unidos en Afganistán, señalando tres fallas principales.
La situación actual en Afganistán es preocupante. Hay 2.6 millones de refugiados afganos oficialmente registrados, la mayoría en Irán y Pakistán. Además, se estima que hay 3.5 millones de desplazados internos debido al conflicto. Afganistán ha estado sufriendo conflictos armados, desastres naturales, pobreza crónica y problemas de seguridad alimentaria durante más de 40 años.
En cuanto a la relación entre Afganistán y Al Qaeda, se menciona que Al Qaeda pudo operar con impunidad en Afganistán debido a la protección brindada por el gobierno talibán en ese momento. Después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, una coalición liderada por Estados Unidos removió al Talibán del poder y temporalmente sacó a Al Qaeda del país. Desde entonces, no ha habido un solo ataque terrorista internacional exitoso planeado desde Afganistán.
¿Por qué se retiró Estados Unidos de Afganistán?
Estados Unidos se retiró de Afganistán debido a una serie de factores y errores estratégicos que llevaron a la caída de Kabul y al colapso del gobierno afgano. Hubo varios fallos históricos en la intervención de Estados Unidos en el país. En primer lugar, los oficiales militares y de inteligencia estadounidenses demostraron una ignorancia deliberada sobre la historia y la cultura de Afganistán, lo que dificultó la comprensión de las dinámicas internas del país.
En segundo lugar, la estrategia de contrainsurgencia impulsada por el general David Petraeus y otros líderes militares causó la muerte de miles de civiles afganos. Esta estrategia no logró ganar el apoyo de la población local y, en cambio, generó un resentimiento hacia la presencia militar extranjera.
En tercer lugar, la externalización de la «construcción de la nación» a contratistas militares también contribuyó a los errores estratégicos. Estos contratistas presentaron sus fracasos como éxitos para mantener el flujo de dinero, lo que llevó a una falta de rendición de cuentas y a una gestión ineficiente de las operaciones en el terreno.
Además de estos errores estratégicos, la presión interna para poner fin a la guerra de Afganistán también fue un factor determinante en la decisión de retirarse. La guerra llevaba muchos años y se estaba volviendo cada vez menos popular entre los estadounidenses. El expresidente Donald Trump inició un diálogo con los talibanes en 2020, que culminó en un acuerdo de retirada de las tropas estadounidenses.
Como resultado de estos factores, el nuevo gobierno afgano y su ejército entrenado y equipado por la OTAN no lograron mantenerse por sus propios medios y colapsaron rápidamente ante el avance de los talibanes. La retirada de las fuerzas estadounidenses y británicas se completó el 11 de septiembre de 2021, exactamente 20 años después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, que motivaron la intervención en Afganistán. Esta retirada ha tenido importantes implicaciones tanto para la situación interna de Afganistán como para la seguridad regional y global.
¿Qué hizo Estados Unidos en Afganistán?
Durante la guerra en Afganistán, Estados Unidos llevó a cabo una serie de acciones en respuesta a los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 perpetrados por Al Qaeda. La primera de estas acciones fue el lanzamiento de la Operación Libertad Duradera en octubre de 2001, liderada por la OTAN y encabezada por Estados Unidos. El objetivo principal de esta operación era capturar a Osama bin Laden, líder de Al Qaeda, quien se creía que se encontraba escondido en Afganistán bajo la protección del régimen talibán.
En los años siguientes, Estados Unidos y la OTAN combatieron a las fuerzas talibanes, que se habían replegado en zonas rurales. Al mismo tiempo, también se llevaron a cabo esfuerzos de construcción de nación en Afganistán, entrenando y armado al ejército del nuevo gobierno afgano. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la guerra en Afganistán fue una lucha continua y presenta diversos fallos por parte de Estados Unidos.
Uno de los principales fallos en la intervención de Estados Unidos en Afganistán fue la ignorancia deliberada de los oficiales militares y de inteligencia estadounidenses sobre la historia y la cultura afganas. De acuerdo con expertos en política exterior, esto impidió una comprensión adecuada de la situación en Afganistán y cómo llevar a cabo una estrategia efectiva. Además, la estrategia de contrainsurgencia impulsada por el general David Petraeus y otros líderes militares también fue considerada como un fracaso, ya que resultó en la muerte de miles de civiles afganos y no logró ganar el apoyo de la población.
Otro fallo importante fue la externalización de la reconstrucción del país a contratistas militares, quienes a menudo presentaban sus fracasos como éxitos para mantener el flujo de dinero. Finalmente, después de casi 20 años de guerra, el 30 de agosto de 2021, Estados Unidos completó oficialmente su retirada de Afganistán, poniendo fin a uno de los conflictos más largos en la historia de Estados Unidos. Aunque el secretario de Estado Antony Blinken destacó los esfuerzos de los diplomáticos y personal militar en la operación de evacuación, también se lamentaron las vidas perdidas durante la guerra, incluyendo a miembros de la comunidad del servicio exterior de Estados Unidos en Afganistán.
Costo humano y económico de la guerra de Estados Unidos en Afganistán
En cuanto al costo humano de la guerra de Estados Unidos en Afganistán, los números son impactantes. Según las estimaciones del Instituto Watson de la Universidad Brown, desde octubre de 2001 hasta abril de 2021, se estima que murieron alrededor de 51,191 insurgentes, entre 47,000 y 71,000 civiles y entre 66,000 y 73,000 miembros de las fuerzas de seguridad afganas. Estas cifras resaltan el alto número de vidas perdidas durante el conflicto.
Por otro lado, si nos enfocamos en el costo económico de la guerra, los números también son asombrosos. Se estima que Estados Unidos ha gastado alrededor de 978,000 millones de dólares en la guerra en Afganistán desde 2001 hasta 2021. Además, si tomamos en cuenta el gasto total de las guerras iniciadas después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, que incluyen conflictos en Afganistán, Iraq, Siria y Yemen, entre otros lugares, el gasto asciende a aproximadamente 6.4 billones de dólares, de los cuales 2.3 billones corresponden específicamente a la guerra en Afganistán. Estas cifras muestran el impacto financiero significativo que ha tenido la guerra en la economía de Estados Unidos.
Asimismo, otros países también han sufrido costos considerables en esta guerra. El Reino Unido ha gastado alrededor de 30,000 millones de dólares y Alemania ha gastado alrededor de 19,000 millones de dólares en gastos militares y otros costos relacionados con el conflicto en Afganistán. Estas cifras evidencian que no solo Estados Unidos ha tenido que hacer frente a los altos costos de esta guerra, sino que otros países también han contribuido económicamente al conflicto.
Resumen de las consecuencias de la guerra de Estados Unidos en Afganistán
La guerra de Estados Unidos en Afganistán ha tenido varias consecuencias significativas en el país. Se identificaron tres fallos históricos en la intervención de Estados Unidos en Afganistán. En primer lugar, los oficiales militares y de inteligencia estadounidenses mostraron una ignorancia deliberada sobre la historia y la cultura de Afganistán, lo que llevó a que no comprendieran que ningún ejército de ocupación ha logrado dominar el país. En segundo lugar, la estrategia de contrainsurgencia impulsada por el general David Petraeus y otros líderes militares resultó en la muerte de miles de civiles afganos, lo que no ganó los corazones y las mentes de la población. En tercer lugar, la externalización de la «construcción de la nación» a contratistas militares generó un conflicto de intereses, ya que estos tendían a presentar sus fracasos como éxitos para mantener el flujo de dinero.
El legado de la guerra de Estados Unidos en Afganistán es sombrío. Después de 20 años de intervención, el país todavía no ha logrado la paz. Grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico (EI) no han desaparecido y están resurgiendo, alentados por la inminente retirada de las fuerzas occidentales. Además, en 2020, Afganistán registró la mayor cantidad de afganos muertos por dispositivos explosivos en comparación con cualquier otra parte del mundo.
En términos de pérdidas humanas, más de 2,500 soldados estadounidenses y 450 soldados británicos perdieron la vida en la guerra. Sin embargo, los afganos han sufrido las peores consecuencias, con más de 60,000 miembros de sus fuerzas de seguridad y un número aún mayor de víctimas civiles.
El conflicto también ha generado una crisis de refugiados. Actualmente, hay 2.6 millones de refugiados afganos oficialmente registrados, la mayoría de ellos en Irán y Pakistán. Además, el número de desplazados internos por el conflicto asciende a 3.5 millones, con 500,000 desplazados solo en 2021.
Lecciones aprendidas de la guerra en Afganistán para Estados Unidos
Analiza las lecciones que Estados Unidos debe tomar de la guerra en Afganistán, en cuanto a estrategia militar, construcción de naciones e intervenciones futuras.
Una de las lecciones clave que Estados Unidos debe aprender de la guerra en Afganistán es la importancia de comprender la historia y la cultura del país al que se está interviniendo. En este caso, hubo una ignorancia deliberada por parte de los oficiales militares y de inteligencia estadounidenses, lo que resultó en un fracaso en la ocupación de Afganistán. Ningún ejército de ocupación ha logrado dominar nunca el país, y esto fue algo que no se tuvo en cuenta. Por lo tanto, es fundamental que en futuras intervenciones, Estados Unidos se tome el tiempo para comprender la historia, la cultura y las peculiaridades del país en el que está interviniendo.
Otra lección crucial que se desprende de la guerra en Afganistán es la ineficacia de la estrategia de contrainsurgencia impulsada por el general David Petraeus y otros líderes militares. Esta estrategia resultó en la muerte de miles de civiles afganos, lo que no ganó los corazones y las mentes de la población. Es crucial que en futuros conflictos, Estados Unidos busque estrategias más efectivas y menos perjudiciales para la población civil. La protección de vidas humanas y la ganancia de apoyo de la población local deben ser prioridad.
Además, se destaca la externalización de la reconstrucción de Afganistán a contratistas militares como otro error. Estos contratistas tendieron a presentar sus fracasos como éxitos para mantener el flujo de dinero, lo que no contribuyó a una verdadera construcción de la nación. Es necesario que en futuras intervenciones, Estados Unidos garantice una mayor transparencia y supervisión en la contratación de empresas y contratistas para realizar tareas de reconstrucción. La rendición de cuentas y la búsqueda del verdadero progreso y desarrollo del país intervenido deben ser prioritarios.